16.12.08

Cuarenta y cinco

Denso el calor y rapidita la lluvia.
Húmedo el sueño y sabe dios cuan difícil la decisión. Y se extrañan tanto esos besos viejos. Y esas manos fuertes. Y ese morbo prohibido. Y ese gozo tan bien gozado. Tantas veces. Tanta mano.
Y el teléfono, con sus avisos incitantes, que no ayuda un carajo.
Casi que es verano y la piel pide. Piel y agua. Y agua pedí. Y chorrear y mojar y más agua.
Y los ojos buscan. Y tanto insisten tantos.
Las ganas de arder, de boca, de formas, tamaños y sexo.
Y el aire acondicionado no enfría. Y que ganas.
De parada y en un pasillito. Arrodillada.
Será otro día.
Es que parece que cerrar por un rato las piernas, ayuda a abrir un poco el alma.