29.11.08

Cuarenta y cuatro

Era jueves y traías una muerte recién enterrada
Y a mí ya me llegaba diciembre y ahí estábamos los dos a destiempo y horas.
Era jueves y después del sofocón nos empapó la lluvia.
Y llevamos a tu cama toda mi ropa mojandome el cuerpo y todas tus lágrimas llorandole al alma. Traías una muerte recién enterrada y una tristeza agotada.
Hundiste entonces tus lágrimas en mis pezones y lloraste los te quiero que nunca nos salen. Los abuelos que se van al cielo y la soledad que últimamente se te hace tan palpable.
Y los dos sabemos que sería conformarse.
Y sólo yo sé las cosas que nunca pude decirte.
Y sólo yo sé lo que diciembre me duele y trae.
Y sólo yo sé lo bien que me haría contarte.
Pero ya estamos tarde parece.
Ya es sábado hoy a la tarde y sigue de ausente y silencio.
Y ya no.
No sé cuántas más van a ser las letras que escriba callada en páginas de nadie.
No sé cuantas veces más va a suicidarse esta historia que ya estaba enterrada. Muerta. Una vez más.
Se pasó el tiempo. Se desgastó de perderse mi calma. Y ya me llega diciembre y ya quisiera que fuera distinto.
Y tengo tanto miedo al silencio. Y te hiciste tan amante de mis manos. Tan furtivo de mis ojos. Tan adicto de mi cuerpo. Tan durmiente y bella parezco en tu almohada.
Pasa la vida. Y te sentís quizás tan solo. Y buscas llenarte de orgasmos míos. De silencios míos. De miedos míos.
Y más quisiera yo decirte "vení, quedate a abrazarme"
Enterramos muertes cada jueves, Vida.
Es sábado y es la tarde. Tendrás el mar a tus pies y mi agua entre las piernas.
Agotada me dejó toda tu desidia. Y ya no es solo miedo. Ya es nada.
Vení, traeme un poco de tu agua salada.
Haceme bien un poco más que un rato.
Vení, abrazame. Salvame esta tarde y este diciembre.
Y que se muera sola, el próximo jueves,
la ausencia a la que me tenés acostumbrada.

2.11.08

Cuarenta y tres


Y tu abrazo y mi piel y las ganas de beber.

Todo sigue ahí, intacto el deseo el sentimiento y esa paz. y de solo pensarlo la nuca se me eriza y esta mañana de domingo parece mas calida.

Y cuando tome conciencia de que no hacia falta de que estés, de que nada cambiaba. Cuando me di cuenta, por fin, de que no me perturba el sueño, no importa el color de mis uñas.

Cuando me di cuenta nene, el sol brillaba mas y de frente a la ventana le sonreí a esa nube que pasa.

La tranquilidad es algo extraño, ponele que nos la vamos ganando